lunes, 10 de mayo de 2010

La posibilidad del conocimiento



I

El frío y el sonido agudo de la alarma le indican a Matías que es hora de saltar de su cama, buscar las chanclas y entrar al baño. Como todo lunes, la tarea cuesta un poco más. Atrás está el fin de semana, las cervezas, el polvo pluri-sexual y la resaca del domingo que superó con creces a la del sábado. El domingo preparó la clase, leyó Cortázar, Benedetti, Vargas Llosa, García Márquez y Galeano. El tema de la clase: la verdad en la novela contemporánea latinoamericana.

A Matías no le importaba la verdad, eso no era cosa de él. Cuando leía, consideraba como verdadero sólo lo que le producía alguna una depresión, alegría, asco con él mismo o el mundo, o una que otra erección. Los besos con chicas eran menos verdaderos para él, porque no lo excitaban tanto como los besos con chicos. La novela no era tampoco su género preferido, si escoger era el caso Vargas Llosa le parecía menos real, era un hijo de puta, decía. No le podía caber en la cabeza que este escritor fuera latinoamericano y que su primer oficio era ir por el mundo hablando mal de la Revolución Cubana. Los demás se salvan, son más sinceros, más verdaderos afirmaba Matías.

El profesor del departamento de literatura, llegó un poco tarde como de costumbre. El salón de la clase del lunes se llenaba de decenas de estudiantes de derecho y medicina, para él representaba un auditorio de técnicos sin sensibilidad alguna, que sólo veían el curso por acumular créditos para cumplir un rígido plan de estudios. Detestaba tenerlos en frente, deseaba que fueran una simple ilusión de su mente, un mal sueño, que en cualquier momento sonaría el despertador y se daría cuenta que su destino no podía ser tan cruel.

Matías prendió un cigarrillo y habló una hora sin parar. Como de costumbre, ningún comentario interesante, ningún destello de genialidad o algo que llamara la atención. Al ver evacuada el aula, prendió otro cigarrillo, le deprimía tener que levantarse a las 5 a.m. para atender lo que era para él mero trámite, un monólogo que no le producía nada, que era más insípido que el cigarrillo entre sus labios.

Antes de terminar el cigarrillo, se percató que a lo largo de toda la clase confundió a Cortázar con Ernesto Sábato, y a Fuentes con Juan Rulfo. Mierda, debió parecer un idiota. Pero Matías sabía que sus estudiantes nunca lo notarían, ellos no leen sino lo que les obligan a leer, el Código Penal o el Diccionario de Patologías. La literatura sólo era un requisito para graduarse. No importaba si Matías decía mentiras, sólo que cumpliera su papel como profesor que impone notas y ya. Lo útil era pasar la materia, no importaba el contenido. Repito a Matías no le importaba la verdad. Eso no era cosa de él.



II

La verdad no es cosa de Matías, pero Hessen expone que si es objeto de estudio para la epistemología. La verdad descansa en varios ámbitos. Primero partimos de una relación dual entre sujeto, quien conoce, y objeto, lo conocido por el sujeto. “El objeto predomina sobre el sujeto […] el conocimiento puede definirse, por ende, como una determinación del sujeto por el objeto.” (22:2009)

Lo conocido determina la forma de comportarse y las posibilidades de conocer de quien conoce. Por ejemplo, la montaña es de tal modo que yo no puedo sino comportarme de determinada manera, no puedo atribuirle las propiedades del gas y esperar que la montaña las adopte. Sus colores no obedecen al capricho de quien la observa.

Mi conocimiento sobre la montaña está limitado a lo que la montaña me muestra. Lo que llamamos conocimiento se refiere a lo que yo digo de lo que conozco. Para la tradición epistemológica y para Hessen, el objeto es trascendente al sujeto, como imagen, o si se quiere como idea. La montaña se me presenta a mis sentidos. Pero también se me re-presenta, esto es, se me vuelve a presentar en la conciencia de mis experiencias internas y externas. Lo que constituye mi imagen, en este caso de la montaña.

La imagen se hace posible a la reflexión y al conocimiento, por medio del lenguaje. De lo que se pueda decir de lo que re-presenta la imagen. “[la] imagen es objetiva, en cuanto que lleva en sí los rasgos del objeto.” (22:2009) Apelando al mismo ejemplo, si yo digo que la montaña es amarillo pollito, líquida y que tiene miles de peces sembrados en el pico; pero al contrastar lo que digo (la imagen) con la montaña (el objeto) nos damos cuenta que no se corresponden, rápidamente expresamos que no existe allí conocimiento.

El conocimiento es pues siguiendo a Hessen, una relación entre sujeto y objeto mediante la imagen. Existen objetos reales, es decir, que no dependen del sujeto para existir. Y también, objetos irreales o imaginarios que dependen del sujeto para existir. El sujeto y el objeto son más que simple co-relación. El sujeto no sólo conoce, también sueña, quiere, odia, juega, etc. El objeto también oculta parte de sí. El átomo aún nos esconde secretos, ahora pensemos cuantos secretos hay en una montaña.

La epistemología a diferencia de Matías problematiza, se cuestiona, se atormenta sobre esta relación sujeto-objeto. Hessen enuncia unas preguntas claves entorno a esto.

1. ¿Puede el sujeto aprehender realmente el objeto?
2. ¿Es la razón o la experiencia la fuente y base del conocimiento humano?
3. ¿Es el sujeto quien determina al objeto?
4. ¿Existen diversas formas de conocimiento?
5. ¿Qué es la verdad?
Estas cinco preguntas corresponden a los problemas fundamentales del conocimiento. La primera es la que nos ocupará en este momento.

III

Hessen nos plantea diversos puntos de vista frente a la posibilidad de conocer, si el sujeto realmente puede entrar en relación clara con el objeto. Las posturas son las siguientes:

DOGMATISMO: En este caso, esta categoría se aplica a quienes consideran que el conocimiento es posible. No se pone en duda la capacidad humana de conocerlo todo.

ESCEPTICISMO: Negación de la posibilidad de conocer. No se puede establecer ningún juicio, pues el sujeto no puede entrar en relación clara con el objeto, nunca es aprehensible. El sujeto se haya influenciado por su contexto social, sus emociones, sus prejuicios e imposibilitado por su naturaleza que difícilmente puede decir algo que corresponda realmente con el objeto. Esta postura ha sido matizada o radicalizada por ciertos filósofos. Aún así, parten de la duda sobre la posibilidad de nuestro conocimiento.

EL SUBJETIVISMO Y EL RELATIVISMO: No niegan la posibilidad del conocimiento parcial, pero si la condicionan y ambos establecen la imposibilidad de un conocimiento universal. El subjetivismo condiciona el conocimiento a hacer juicios que son válidos para una persona o para un grupo de personas. El relativismo no lo condiciona a los hombres, sino a elementos externos como “la influencia del medio y del espíritu del tiempo, la pertenencia a un determinado círculo cultural y los factores determinantes contenidos en él.” (35:2009)

PRAGMATISMO: Parte de reconfigurar la relación del sujeto con el objeto, pues el hombre es ante todo un ser práctico, de voluntad y de acción. Por lo tanto, lo verdadero es aquí lo útil. El conocimiento es lo que le sirva al hombre para orientarse en la realidad.

CRITICISMO: Es la posición intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. Presupone que el conocimiento es posible, pero solo bajo el esclarecimiento de la duda, no como principio y fin, sino como medio para el conocimiento.

Así, Hessen parece mostrar su gusto por la última opción. Donde se plantea lo problemático de la relación sujeto-objeto, pero igualmente se reconoce que de esta relación si puede caber la verdad. Ahora bien, frente a Matías y su historia ¿Cabe preguntarse por el conocimiento? ¿Hay muestras de alguna de estas tendencias? ¿Hay verdad en lo que dice?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

HESSEN, Johannes. (2009) Teoría del Conocimiento. Bogotá. Ed. Libros Hidalgo.

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